Si no lo escribo, lo olvido
“Lo que no se publica, se olvida”, le escuche a un amigo que compone canciones para no olvidar sus anécdotas y vivencias; “es como escribir un diccionario al que recurres por costumbre, para añorar e inmortalizar los recuerdos que amenaza con borrar la fragilidad de la memoria humana o el inexorable paso del tiempo”.
Avanzaban las horas de una calorosa mañana, un sábado de cualquier mes del 2002, mi hermana y yo dirigíamos uno de los tantos programas que hemos realizado en radio, en la emisora Maravilla Stereo, de Valledupar. ‘El Recreo’ era un espacio semanal de contenido variado; música, medio ambiente, cultura, deportes, estrenos musicales, entrevistas, opiniones y diversos temas de actualidad eran abordados allí.
Todos los sábados, como cumpliendo un ritual sagrado, llegaba a la emisora un joven cordial y amiguero, que -extra micrófonos- repetía siempre las mismas palabras: “hay un muchacho que está grabando un disco, que va a hacer barredera; tiene carisma y buena voz; se van a sorprender. Yo soy su manager y quiero que ustedes me ayuden a promocionarlo”. Cinco minutos más de conversación y el ‘misionero’ se despedía con un: “ey, nos vemos el sábado”, cómo quien separa con anticipación un turno de atención.
Por muchos sábados seguidos, el jovial amigo repitió la misma hazaña. Cuando se acercaba el lanzamiento de su apoderado artista, expresó las mismas frases con más entusiasmo y enfatizó: “sí los amigos no ayudan a los amigos, ¿quién los ayuda?”. Con aquella sabia sentencia, se marchó. Con el interrogante dando vueltas en la mente, el recuerdo de unas visitas de más de nueve sábados seguidos, nos cuestionamos, mi hermana y yo: “¿Cuál será la bulla de Bloom?, ¿con qué cantante irá a salir?” y con una expresión vallenata nos dijimos: “Jodaaa ¿y sí será bueno?”.
El misionero/amigo
Cuando mi hermana y yo nos embarcamos en esta aventura emocional, placentera y gratificante de investigar para luego comunicar anécdotas, historias, tradiciones y leyendas de la música de acordeón; aventura que comenzó hace muchos años en Medellín, se nos abrieron muchos escenarios qué no estaban disponibles para todo el mundo; privilegios que le agradecemos a Dios y a tantos y tantas artistas, personal de compañías disqueras, de emisoras, periódicos, revistas, televisión y defensores culturales que supieron ser y estar para nosotras.
Fue hace varios años cuando en la emisora La Voz de las Américas en Medellín nos entregaron cabina, micrófonos y una extensa discografía y nos dijo su director: “conduzcan este programa vallenato y cautiven audiencia”. Una franja extensa de cuatro horas que condujimos por dos años, surtidas de información privilegiada de las más de seis disqueras con sedes principales en esa ciudad, de los hoteles donde se alojaban los artistas cuando llegaban a grabar sus producciones discográficas; con contactos directos de promotores y empresarios artísticos, relaciones personales con locutores de otras estaciones radiales y un caudal de fuentes que originaban noticias del folclor vallenato a millón. Ello generaba un acercamiento cómodo a cantantes, acordeoneros, cajeros, guacharaqueros, compositores, investigadores y muchísimos actores del arte.
Uno de esos lazos de amistad que aún perviven, y muy fuerte, fue con José Alfonso ‘Chiche’ Maestre; ‘El consentido de las Mosquera’, nos decían jocosamente otros músicos, dado que era de los qué más repetía visitas a la cabina del programa en Medellín y con quien salíamos de la emisora a las 12 de la noche, caminando y cantando sus canciones, hasta el hotel Metropol, donde se hospedaban casi todos los artistas en esa época; con esa alegría que nutre el alma, él quedaba seguro en su hotel y nosotras nos marchamos a casa.
Unos años más tarde, por invitación de Jorge Oñate (q.p.d.), visitamos por primera vez Valledupar. Fue el abril de 1993, cuando se realizaba la versión veintiséis del festival vallenato. Entre atenciones, invitaciones y eventos propios del festival, programamos un encuentro con el amigo ‘Chiche’ Maestre, el cual se dio en medio del conversatorio que habitualmente realiza la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata. Fue ahí donde conocimos a Carlos Bloom, mánager en ese entonces de ‘Chiche’; entonces se extendió hasta él esa bonita amistad.
Años después, en otros contextos de nuestras vidas, radicadas en Valledupar, se dio de nuevo un encuentro con Carlos Bloom; ese mismo misionero/amigo, con toda le experiencia promocional para impulsar artistas, venía haciendo un trabajo incansable e impecable con Silvestre Dangond, con quien se prometió y proyecto llevarlo a lo más alto de la cima. Y ¡vaya que lo logró!
Organización y disciplina
Para planificar las estrategias promocionales y lograr dar pasos firmes hacia adelante cada día es necesario tomar una ‘concentrada pócima’ de organización y disciplina, esa que Carlos Bloom ha sabido preparar para disparar la carrera artística de Silvestre Dangond a la cima, donde se encuentra hoy, sumado al talento, profesionalismo y conducta del artista urumitero.
Ese trabajo planificado lo empezó Bloom, con las visitas a los programas como ‘El Recreo’ y, aunque su presencia no la percibían los oyentes, sí era notoria para el personal de la radio; así, a pie, recorría las emisoras y los periódicos; llamaba a uno y a otro para ir abriendo el camino que debía estar despejado cuando saliera al mercado la producción musical de Silvestre.
El viento a favor que tiene Bloom y que seguramente lo seguirá sosteniendo en ese sitial de honor sin tambalear es su disciplina y sapiencia, el talento y la creatividad de su artista; su repertorio de temas siempre premium, su carisma arrollador y su favoritismo entre las nuevas generaciones, que hace que el silvestrismo sea un movimiento universal que pone al cantante a kilómetros de otros del género, contemporáneos con él.
Dos décadas de locura y canto bonito
Coincido con los que dicen que la agrupación de Silvestre Dangond es una de las mejores posicionadas en la música vallenata, que canta bonito, que hace ‘locuras’ y a sus fanáticos les gusta; que lleva dos décadas cantando y pegando canciones, que hace conciertos con lleno total y que -cual rey midas- lo que toca lo convierte en oro.
Pero resalto que hay una estructura organizada a sus espaldas, que no deja que el hombre se resbale, que lo mantienen firme; que diario están diseñando estrategias para que cada ‘locura’ supere a la anterior en ovación y aceptación del público. A la cima es fácil llegar, pero muy difícil mantenerse, como lo hace Dangond.
Y uno de los que empezaron a construir la estructura de la agrupación y la sigue sosteniendo firme es ese mismo muchacho jovial y amiguero, al que no le importaba si su repetida presencia en la emisora pudiera resultar intensa, pues tenía una meta y seguía con ella hacia adelante: lograr y mantener la expectativa para la salida de la producción musical ‘Tanto Para Ti’, cantando Silvestre Dangond, con el acordeón de Román López y el respaldo discográfico Sony Music. Lo que ha seguido en la carrera artística de Dangond es una historia que todos conocen: éxito tras éxito, estándares internacionales, cualificación en su arte y un hogar bonito.
La siguiente visita de Carlos Bloom al programa fue con Silvestre Dangond y Román López; los artistas cantaron en vivo, encantaron a todo quien los escucho y enamoraron con voz y acordeón a todo parroquiano que, motivado por la romería de la gente, se acercó a la emisora para saber qué pasaba ahí; fue un momento emotivo y como lo decía Bloom en sus visitas: “se van a sorprender”, la sorpresa fue gratamente satisfactoria.
Le deseo, tanto a la agrupación de Silvestre Dangond como a Carlos Bloom, que sigan cosechando el fruto de ese incesante trabajo. El éxito siempre responde a la pasión, dedicación y organización con la que se asumen los retos. Sigan conquistando corazones y llenando este mundo de amor.
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