A Diomedes Díaz se le sigue recordando a través de sus bellos cantos
Al celebrase el pasado 26 de mayo, el natalicio número 65 del artista nacido en Carrizal, jurisdicción de La Junta, La Guajira, exactamente en una pequeña casa de bahareque con las bases carcomidas por las lluvias y la ruina, con el paso del tiempo sus canciones continúan marcando la pauta por su autenticidad y porque en ellas se reflejan los aconteceres de la vida cotidiana, como por ejemplo: “Una hebra de cabello adorna mi cuerpo, una hebra de cabello adorna mi alma. Ay ve, mi primera cana, noticias de mi vejez”.
Sus padres Rafael María Díaz y Elvira Maestre, eran pobres. Él trabajaba en las labores agrícolas y ella haciendo mochilas de fique y otros quehaceres. Sin embargo, eso no les alcanzaba y entre los vecinos se escuchaban los comentarios. “Por el fogón de los Díaz pasan las lagartijas”.
En medio de esas vicisitudes que entrega la vida creció Diomedes Díaz, quién pasó por variados oficios como cuidador de fincas, comprador de café, vendedor de chivos, de carbón y mensajero en la emisora Radio Guatapurí de Valledupar.
La vida de ‘Diome’, como lo llamaba su mamá, estuvo atada al campo, pero sus padres que vivían en Carrizal, luego se trasladaron a La Peña y cuando Diomedes tenía 10 años, dieron el salto a Villanueva, La Guajira.
Ese salto fue definitivo para Diomedes que comenzaba a dar sus pininos en el campo del folclor y componía algunos versos. La primera canción que cantó en público fue el corrido ‘Juan Charrasqueado’. Lo hizo en la escuela de esa población, recibiendo aplausos de sus compañeros.
Voy a cantarles un corrido muy mentado
lo que ha pasado allá en la hacienda de la flor,
la triste historia de un ranchero enamorado
que fue borracho parrandero y jugador.
Todo transcurría normal hasta que Elvira con Rafael tuvieron un serio disgusto, porque él tomaba mucho y mujereaba. Ella decidió retornar a La Junta. Fueron muchos días de disgusto, hasta que con motivo de la fiesta de la Virgen del Carmen, todo volvió a la normalidad.
Diomedes, en su pueblo comenzó tímidamente a cantar en las parrandas y la mayoría de veces recibía burlas y desprecios. Allí surgió el remoquete de ‘El chivato’, porque cantaba desafinado. Tiempo después a su llegada a Valledupar la historia se repitió, pero él armado de paciencia, carisma y talento demostró sus inmensas ganas de triunfar.
De esta manera, sus primeras canciones ‘La negra’ dedicada a Ángela Martina Sarmiento, y ‘El cantor campesino’, se las grabaron Jorge Quiroz y Luciano Poveda. Después apareció el célebre canto ‘Cariñito de mi vida’, grabado por el acordeonero Emilio Oviedo con el cantante Rafael Orozco, quien lo bautizó como ‘El Cacique de La Junta’.
De ahí en adelante su historia musical es ampliamente conocida al grabar 36 trabajos musicales con los acordeoneros Náfer Durán, Elberto ‘El Debe’ López, Nicolás Elías ‘Colacho’ Mendoza, Juancho Rois, Gonzalo ‘El Cocha’ Molina, Iván Zuleta, Franco Arguelles, Juancho de la Espriella y Alvaro López.
En su larga carrera musical recibió 22 discos de oro, 23 de platino, 13 discos de doble platino, tres discos de quíntuple platino, un disco de diamante y el Premio Grammy Latino.
La primera novia
Su paisana Ángela Martina ‘La negra’ Sarmiento Loperena, fue la primera novia de Diomedes Díaz. A ella le escribió una carta donde le expresaba todo su amor. En sus apartes le dijo. “Negra, no te imaginas la falta que me haces. Yo quisiera estar al lado tuyo, pero sabes que no puedo. Mi consuelo es que tú seas mi compañera eternamente, para recuperar el tiempo perdido. Te recuerdo Martina, no te borras de mi mente. Siempre estoy pensando en tí y te aconsejo que no le pares bolas a aquellos que les causa envidia nuestra relación”.
Después de esto el amor le fluyó a borbotones, se expandió como sus cantos viniendo a su vida más mujeres. A cada mujer además de palabras bellas le regalaba versos, canciones y también hijos. En ese listado están Bertha Mejía, con quien tuvo su primera hija, Rosa Elvira; Ángela Martina ‘La negra’ Sarmiento, de cuya unión nació Marena Rocío; Patricia Acosta, Dennis Aroca, Alix Ramírez, Betsy Liliana González, María Niño, Beatriz Franco, Eucaris Guerra, Yennis Bolaños y Consuelo Martínez.
Genio y figura
A Diomedes, la gran figura de la música vallenata, sus actos buenos, regulares o malos, se los aplaudían sus seguidores quienes le perdonaban todo y salían a decir. “Ese es Diomedes. Ese es mi Cacique”.
De otra parte, en las entrevistas que concedía la mayoría de veces eran polémicas porque no tenía pelos en la lengua para dar a conocer su pensamiento. Otras veces hacía algunas reflexiones en sus canciones, como cuando dijo: “Por eso es que la vida es un baile que con el tiempo damos la vuelta”, o cuando recordó a los amigos que partieron para la eternidad: “Los hombres buenos cuando mueren, del cielo nos miran todos los días”.
También en una de las entrevistas se le preguntó sobre el tipo de mujer que le agradaba. Sin pensarlo mucho respondió. “Las mujeres que a mí más me agradan son las del servicio doméstico. Ellas son buenas, sanas, nobles y fieles”. Enseguida añadió. “Claro, que algunas creen que el mundo es de ellas y los demás vivimos alquilados”.
Indiscutiblemente Diomedes era el ídolo de multitudes porque donde llegaba llamada la atención, llenaba escenarios y hasta hacía aseveraciones de la vida y la muerte que dejaba “Tirando cabeza a todos”, como señaló el seguidor Walder Javier Fernández, conocido como ‘Waja’.
Un ejemplo de lo anterior en entrevista al periodista Ernesto McCausland: “Yo pienso en la muerte todos los días. No quiero morirme y le saco el cuerpo a cada rato. Si uno sirviera más muerto que vivo, yo me muriera hoy, pero enterrado bajo tierra y con estos calores”. Definitivamente ‘El Cacique de La Junta’, fue genio y figura hasta la sepultura…
La canción de todos los días
Diomedes Díaz a todo le compuso canciones, pero dejó una que nunca ha dejado de sonar. ‘Tu cumpleaños’, esa que acompaña a los que suman un año más de vida, cuyo detalle los hace reír y hasta llorar de la emoción.
Y que los cumpla feliz, muy feliz
tus amistades llegamos aquí,
pa' compartir esa gran bendición.
Y yo te vine a cantar esta canción
y te deseo mucha felicidad.
En ese contexto de la vida de Diomedes Díaz, apareció su hija Rosa Elvira Díaz Mejía, “La mayor de esta familia tan bonita”, como lo dijo su papá en uno de sus célebres cantos. “Todos los recuerdos de mi papá están juntos, desde aquel detalle siendo niña que me regaló unos areticos de oro y hasta me hizo una canción. Siempre primó su amor paternal extendido a mi hija María Sofía”
Al avanzar los recuerdos llega el poeta José Atuesta Mindiola, quien escribió lo siguiente respecto a ‘El Cacique de La Junta’. “En sus viejos momentos de esplendores, Diomedes ese admirado cantante, describió de manera fascinante a sus padres humildes labradores. Y siempre hacía alarde de sus albores, repasando sus ilusiones de infante, donde posaba en el espejo triunfante del extenso gremio de los cantores”.
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